Cuento corto: “Un día en el colegio de la fantasía”
Un
pequeño cuento con alguna enseñanza en valores o cualquier otra
circunstancia de la vida de nuestros centros, a veces adaptado, otras
inventado, y siempre ambientado en la escuela para hacerlo más cercano a
nuestro alumnos.
Al final está disponible la lectura para imprimir, con preguntas y actividades de comprensión lectora.
No
sólo los niños y niñas van al colegio, también van los los personajes
de los cuentos, superhéroes, dibujos animados,… porque a ellos alguien
les enseño lo que saben. En el cuento de hoy vemos como se desarrolla un
día cualquiera en el colegio de los personajes de los cuentos.
“UN DÍA EN EL COLEGIO DE LA FANTASÍA”
La campana sonó para que todos los
personajes que estaban en la fila fueran entrando cada cual a su clase.
Caperucita Roja, el Lobo, los 7 enanitos, Peter Pan, el Gato con Botas,
Alicia, Pinocho y así hasta los 25 que formaban la clase de “los
cuentos” entraron a su aula.
- ¡Buenos días!-, dijo la seño “Hada
Maestra” y, cogiendo su varita mágica, señaló la pizarra… borrándose
todo lo del día anterior y apareciendo – con un sonido de campanillas –
la fecha del día. Cuando ya llevaban unos minutos trabajando se oyeron
tres golpes -¡POM, POM, y PORROMPOMPÓN!- en la puerta de la clase. Tras
los cuales los 3 cerditos se escondieron bajo la mesa y los 7
cabritillos, en el armario de la clase. – ¿Se puedeeee?, – dijo
Blancanieves, desde la puerta.- ¿Has vuelto a quedarte dormida,
Blancanieves?, – le preguntó el Hada Maestra-. Ya hablaré con tu
madrastra, y espero que, hoy no se te haya olvidado de nuevo la manzana
para el recreo. – ¡Uyyyyy! , exclamó Blancanieves.
Tras volver cada uno a su sitio y seguir
trabajando, Alí Babá se acercó a la mesa de la maestra, con su tarea
terminada. – No, Alí – dijo su Seño señalando la libreta –, te has
vuelto a equivocar, después del veintinueve va el treinta y no el
cuarenta, ¡tienes que poner más atención!, si no, cuando lleguen los
cuarenta ladrones a la cueva, vas a tener problemas y te van a coger.
¡Anda, vuelve a tu sitio y hazlo de nuevo!
Al sentarse, su compañero Peter Pan se
acercó a la oreja de Alí y le susurró: – Yo me equivoco siempre a posta,
así al final del curso, como no apruebo, repito, repito y repito y así
no crezco. Pero no se lo digas a la Seño, que entonces me castigará en
el barco del Capitán Garfio. – Tú no estás bien de la azotea -,
respondió Alí, -lo tuyo lo tienes muy fácil porque tu cuento te lo
permite pero, en el mío, como no aprenda a contar bien, las voy tener
moradas. Acuérdate si no de cuando Hansel y Gretel se perdieron en el
bosque por no atender la explicación de la Seño sobre las migas de pan y
los pájaros-.
De esta forma el día se fue pasando,
hasta que el sonido del “Colorín colorado” de la sirena les avisara de
que había llegado final de la jornada, para poder salir corriendo hacia
sus “Casas Cuento” y para que Pinocho -igual que todos los días-, al ver
a Geppetto, se dirigiera hacia él saltando y gritando: -“¡Soy un niño
de verdaaad!, ¡soy un niño de verdaaad!”.
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