Lunes, 9 de febrero de 2015.
Dictado - copiado.
El Hada de las Aguas, al oírlo llorar, tuvo pena de él y salió del fondo del río con una hermosa y reluciente hacha de oro. Le preguntó al pobre leñador si era la suya, pero él, a pesar de lo valiosa que era, le dijo que no.
El Hada volvió a sumergirse en el agua y salió poco después con una ligera y afilada hacha de plata, pero el leñador le dijo que aquella tampoco era la suya.
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