El Castillo de Jimena de la Frontera, el edificio más
representativo de esta localidad, constituyó un elemento defensivo de
vital importancia en la frontera sudoccidental del reino nazarí que se
unía por el sur con Castellar de la Frontera y por el norte con Tavizna.
Supuestamente levantado sobre las ruinas de la Oba romana, punto importante de la vía entre Córdoba y Carteya,
el castillo consta de un recinto irregular amurallado que rodeaba la
antigua villa abarcando una zona extensa y alargada para adaptarse al
terreno llano de la cima. De dicho castillo solo se conserva en la
actualidad el arranque de los muros y cubos que aparecen repartidos por
su perímetro. Su interior está desmantelado y ocupado en parte por el
cementerio, conservando completa la puerta de entrada al Patio de Armas
que se articula según dos arcos de herradura apuntada, dispuestos el
superior avanzado con respecto al inferior para favorecer su defensa, y
conservando éste algunos restos de su antigua decoración pintada a base
de motivos geométricos. Esta puerta, que posee un cierto aire
monumental, está protegida por un torreón rectangular conocido como Torre del Reloj. Entre los sillares de este conjunto se encuentran dos cipos y una basa de origen romano.
El castillo es tomado a los musulmanes en el año 1431, volviendo a recuperarlo éstos en 1454 hasta el año 1456 en que es tomado definitivamente por las fuerzas cristianas al mando de Enrique IV; siendo posteriormente vendido al duque de Medina-Sidonia don Enrique de Guzmán en 1471 para su defensa y mantenimiento.
Cuenta con un Alcázar que se encuentra en el extremo oriental del
recinto rodeado por una doble muralla almenada en la zona
correspondiente al patio de armas, y en cuyo centro se situa la circular
Torre del Homenaje, lo más singular de esta fortaleza, dispuesta
como una torre de vigía a la manera habitual del litoral nazarí. Esta
torre se conserva en relativo buen estado, faltando sólo el remate
almenado. Consta en su interior de dos cámaras, baja y alta, esta última
cubierta con bóveda de paños y a la que se llega a través de una
escalera de caracol.
El recinto exterior acoge a los aljibes, construcciones de
ascendencia romana, cuyo aspecto actual corresponde al periodo islámico.
Se trata de una serie de varias naves paralelas que se cubren por
bóvedas de cañón apoyadas sobre arcos de ladrillo que descansan sobre
pilares.
Todo el conjunto tiene su origen en el siglo XIII,
aunque fue reformado en los siglos posteriores, presentando una
fisonomía que responde al periodo Nazarí con algunos añadidos de la
época cristiana.
Varios siglos más tarde el viejo castillo sirvió aún durante la Guerra de la Independencia, cuando en el año 1810 el general Ballesteros centra sus operaciones en el Campo de Gibraltar y establece su cuartel general en Jimena, reparando la fortaleza musulmana.
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